Como se encuentran los músicos en la vida, de pura casualidad, porque coincidieron una noche u otra en tal o cual ciudad, Diego el Cigala andaba por el mundo cuando se encontró con Yuri Buenaventura, el músico colombiano radicado en Francia.
Y terminaron por un “vení, te presento a un amigo”, en la casa del productor, trompetista y compositor José Aguirre en Cali.
La casa de Aguirre, además, es un estudio de grabación y sitio de acogida de los grandes músicos del país. La charla fluyó, cuenta el Cigala, “y terminé allí grabando varias de las canciones del nuevo disco. ¡Qué gran genio es Aguirre!”, agrega.
Y ese disco, que este viernes se lanza al mercado, se llama Indestructible, con once canciones, la mayoría de ellas salsas a las que el Cigala les puso un toque flamenco.
En el estudio de Aguirre, el Cigala grabó Moreno soy, El paso de Encarnación, la balada Se nos rompió el amor, Indestructible y Hacha y machete, con la Cali Salsa Big Band.
De Indestructible, precisamente, el español pidió el arreglo que en 1973 el maestro Edy Martínez, colombiano, hizo para la orquesta de Ray Barreto.
Martínez, este viernes , tiempo después, recuerda los cuatro o cinco días que estuvo con el Cigala. “Fueron espectaculares. De verdad, uno no tiene palabras”.
El músico nariñense agrega: “Adapté la canción para el estilo que querían y el Cigala lo grabó. Al terminar me invitó para oír esta versión y lo único que pude decirle es que era una belleza y que así cantaban los dioses”, afirmó.
Para el Cigala, estas palabras del nariñense fueron más que de aprobación. Pianista, arreglista y compositor, Edy Martínez grabó con la Fania y otros grandes como Tito Puente, Gato Barbieri y Dizzy Gillespie, entre otros.
De hecho, en el tráiler de un documental que se graba sobre el Cigala, la primera imagen que aparece es la de Edy Martínez, pastuso criado en Bogotá que después de 50 años de vivir entre Nueva York (especialmente) y Europa, volvió al país para convertirse en profesor y apoyar el trabajo que se hace en Colombia con la música.
Y terminaron por un “vení, te presento a un amigo”, en la casa del productor, trompetista y compositor José Aguirre en Cali.
La casa de Aguirre, además, es un estudio de grabación y sitio de acogida de los grandes músicos del país. La charla fluyó, cuenta el Cigala, “y terminé allí grabando varias de las canciones del nuevo disco. ¡Qué gran genio es Aguirre!”, agrega.
Y ese disco, que este viernes se lanza al mercado, se llama Indestructible, con once canciones, la mayoría de ellas salsas a las que el Cigala les puso un toque flamenco.
En el estudio de Aguirre, el Cigala grabó Moreno soy, El paso de Encarnación, la balada Se nos rompió el amor, Indestructible y Hacha y machete, con la Cali Salsa Big Band.
De Indestructible, precisamente, el español pidió el arreglo que en 1973 el maestro Edy Martínez, colombiano, hizo para la orquesta de Ray Barreto.
Martínez, este viernes , tiempo después, recuerda los cuatro o cinco días que estuvo con el Cigala. “Fueron espectaculares. De verdad, uno no tiene palabras”.
El músico nariñense agrega: “Adapté la canción para el estilo que querían y el Cigala lo grabó. Al terminar me invitó para oír esta versión y lo único que pude decirle es que era una belleza y que así cantaban los dioses”, afirmó.
Para el Cigala, estas palabras del nariñense fueron más que de aprobación. Pianista, arreglista y compositor, Edy Martínez grabó con la Fania y otros grandes como Tito Puente, Gato Barbieri y Dizzy Gillespie, entre otros.
De hecho, en el tráiler de un documental que se graba sobre el Cigala, la primera imagen que aparece es la de Edy Martínez, pastuso criado en Bogotá que después de 50 años de vivir entre Nueva York (especialmente) y Europa, volvió al país para convertirse en profesor y apoyar el trabajo que se hace en Colombia con la música.
Tintineo de pulseras
Diego el Cigala no para de hablar. Está en una sala grande de la casa de uno de sus amigos españoles que, como él, decidió vivir en América, en este caso en Punta Cana, en República Dominicana.
La sala tiene varios sofás cómodos y un grupo de periodistas de México, Guatemala, Costa Rica, Panamá, República Dominicana y Colombia, invitados para oír el disco y hablar con el músico, mientras el sol se cuela por las ventanas.
Antes de que empiece a sonar el primer tema de esta nueva producción, Moreno soy, hay un gran silencio que rompe el tintineo de las pulseras de Diego el Cigala.
Muchas son de oro y le rodean las muñecas de ambas manos. En la izquierda, además, hay una pulsera indígena tejida por un chamán mexicano. No faltan los anillos y las cadenas.
Canción tras canción, Diego el Cigala habla del proceso de un disco que además de hacerse en Cali, se realizó en Puerto Rico, Nueva York y Miami.
Incluso, fue a Cuba, donde se reunió con Los Muñequitos de Matanzas, en la ciudad que le dio nombre a este grupo nacido en 1952 y con el que grabó Fiesta para Bebo, un homenaje a su amigo Bebo Valdés.
Con otro cubano, Gonzalo Rubalcaba, trabajó los temas Cómo fue y Conversación en tiempo de bolero.
“Este es un disco que me ha costado mucho, mucho, y que dedico a Amparo, mi mujer (fallecida hace poco tiempo)”, afirma el Cigala. “Este es un disco que se siente a gritos. Es como un traje a la medida, se siente a gusto”, agrega.
De pronto se oye El ratón, esa genialidad creada por Cheo Feliciano (fallecido en el 2014), inscrita con letras brillantes en el libro de la salsa, y entonces al Cigala se le iluminan más los ojos.
Y no es, precisamente, por la canción como tal, sino por lo que pudo hacer para este disco: reunir a los grandes músicos salseros vivos para que estuvieran en el álbum.
“Eso es impagable, es una chimba”, afirma el flamenco, y razón tiene porque en esa selecta lista están Larry Harlow (piano), Bobby Valentín (bajo y quien hizo el arreglo original) Roberto Roena (campana) y Luis Perico Ortiz (trompeta), entre muchos otros.
“Uno puede tener fatigas en la vida, pero que todos juntos me hayan acompañado es maravilloso, de lo mejor”, agrega el Cigala.
Incluso, cuenta que varios de ellos no se veían desde hace años y este disco los volvió a unir, no solo para la música, que es su genialidad, sino para abrazarse, recordar viejos tiempos, hablar de salsa y de jazz, y también preguntar por la familia.
Pero no todo fue felicidad en la producción del disco. El Cigala dice que hubo canciones que parecían resistírsele.
Y una fue Hacha y machete. Escrita por Enildo Padrón, sus arreglistas para este disco fueron José Aguirre y Jaime Calabuch ‘Jumitus’. “Era mucha letra y le subimos un tono. Casi tiro la toalla, como Rocky Balboa, pero aguanté otro asalto y salió”, cuenta.
Con Periódico de ayer, otra de las canciones del disco, le pasó algo: “Yo no soy sonero, soy flamenco”, pero en la grabación quedaron los dos condensados porque de alguna manera el flamenco siempre tendrá algo de sonero en su improvisación.
Grabado en Puerto Rico, el Periódico de ayer del Cigala es bien nostálgico, tanto como Fiesta para Bebo, que es el único tema inédito y, según el músico, “el que me parece más viejo”.
La sala tiene varios sofás cómodos y un grupo de periodistas de México, Guatemala, Costa Rica, Panamá, República Dominicana y Colombia, invitados para oír el disco y hablar con el músico, mientras el sol se cuela por las ventanas.
Antes de que empiece a sonar el primer tema de esta nueva producción, Moreno soy, hay un gran silencio que rompe el tintineo de las pulseras de Diego el Cigala.
Muchas son de oro y le rodean las muñecas de ambas manos. En la izquierda, además, hay una pulsera indígena tejida por un chamán mexicano. No faltan los anillos y las cadenas.
Canción tras canción, Diego el Cigala habla del proceso de un disco que además de hacerse en Cali, se realizó en Puerto Rico, Nueva York y Miami.
Incluso, fue a Cuba, donde se reunió con Los Muñequitos de Matanzas, en la ciudad que le dio nombre a este grupo nacido en 1952 y con el que grabó Fiesta para Bebo, un homenaje a su amigo Bebo Valdés.
Con otro cubano, Gonzalo Rubalcaba, trabajó los temas Cómo fue y Conversación en tiempo de bolero.
“Este es un disco que me ha costado mucho, mucho, y que dedico a Amparo, mi mujer (fallecida hace poco tiempo)”, afirma el Cigala. “Este es un disco que se siente a gritos. Es como un traje a la medida, se siente a gusto”, agrega.
De pronto se oye El ratón, esa genialidad creada por Cheo Feliciano (fallecido en el 2014), inscrita con letras brillantes en el libro de la salsa, y entonces al Cigala se le iluminan más los ojos.
Y no es, precisamente, por la canción como tal, sino por lo que pudo hacer para este disco: reunir a los grandes músicos salseros vivos para que estuvieran en el álbum.
“Eso es impagable, es una chimba”, afirma el flamenco, y razón tiene porque en esa selecta lista están Larry Harlow (piano), Bobby Valentín (bajo y quien hizo el arreglo original) Roberto Roena (campana) y Luis Perico Ortiz (trompeta), entre muchos otros.
“Uno puede tener fatigas en la vida, pero que todos juntos me hayan acompañado es maravilloso, de lo mejor”, agrega el Cigala.
Incluso, cuenta que varios de ellos no se veían desde hace años y este disco los volvió a unir, no solo para la música, que es su genialidad, sino para abrazarse, recordar viejos tiempos, hablar de salsa y de jazz, y también preguntar por la familia.
Pero no todo fue felicidad en la producción del disco. El Cigala dice que hubo canciones que parecían resistírsele.
Y una fue Hacha y machete. Escrita por Enildo Padrón, sus arreglistas para este disco fueron José Aguirre y Jaime Calabuch ‘Jumitus’. “Era mucha letra y le subimos un tono. Casi tiro la toalla, como Rocky Balboa, pero aguanté otro asalto y salió”, cuenta.
Con Periódico de ayer, otra de las canciones del disco, le pasó algo: “Yo no soy sonero, soy flamenco”, pero en la grabación quedaron los dos condensados porque de alguna manera el flamenco siempre tendrá algo de sonero en su improvisación.
Grabado en Puerto Rico, el Periódico de ayer del Cigala es bien nostálgico, tanto como Fiesta para Bebo, que es el único tema inédito y, según el músico, “el que me parece más viejo”.
Reunión de músicos
En Indestructible, el español se pudo dar el lujo, después de tres años de trabajo, de reunir a 70 músicos, entre jóvenes y experimentados, entre galardonados y otros de la noche normal rumbera de cualquier ciudad.
Pero no olvidó su corazón flamenco y en Jerez de la Frontera finalizó canciones como El paso de Encarnación y Juanito Alimaña, que, según dijo, “pedían palmitas, cajón y guitarra” de Diego el Morao.
Y como buen flamenco, Diego el Cigala hizo este trabajo durmiendo una noche en un lado y varias en otro, pues en total se realizó en cinco países, cuatro de ellos de América.
Por ejemplo, El paso de Encarnación, en el que se juntó en la voz con el venezolano Oscar D’León, se grabó entre Miami y Nueva York.
“Eso quedó como una rumba gitana, con paso de guapería, y con Oscar ya somos familia, ya somos hermanos”, afirma el Cigala.
Y como todo salsero que se respete, metió algo con sabor a balada (son famosos los salseros interpretando boleros). En este caso, la canción Se nos rompió el amor, original del español Manuel Alejandro y que hiciera famosa Rocío Jurado, a la que le puso un toque –pero solo uno y pequeño– de salsa.
De esto y mucho más habló durante dos días en República Dominicana, donde estuvo para los medios de la América en la que ahora vive, y donde nombres como Ray Barreto, Tite Curet, Cheo Feliciano, René Touzet, Héctor Lavoe, La Sonora Ponceña y La Fania All Stars son parte de la cultura de los seguidores de la salsa.
Con todo y lo gitano que es, al Cigala le ha gustado fusionar los sonidos flamencos con los latinos. Lo hizo en Lágrimas negras, un trabajo del 2003 con Bebo Valdés, y en el 2013 publicó Romance con la luna tucumana, en el que incluyó tangos.
Aunque quiso ser futbolista y se la pasaba jugando en la calle, la vida lo llevó a la música.
En 1997 comenzó su carrera como solista, con el disco Undebel, que incluyó las guitarras de Antón Jiménez, David Amaya y Tomatito, entre otros.
Ha caminado por el mundo con su sonido y su tradición gitana. Conversador y amiguero, tiene una sonrisa fácil, aunque los últimos tiempos no han sido los mejores para él, por la muerte de su esposa Amparo y recientemente el fallecimiento de su madre, que lo llevó a España hace un poco más de una semana.
Pero el músico parece como su disco: Indestructible, con unos maravillosos sonidos que acompañan la voz de este hombre que se siente agradecido de sus cinco hijos, otro que viene en camino y de sus dos nietas que viven en España.
Desde Punta Cana seguirá saliendo al mundo para llevar el flamenco, el jazz que le mezcla, los dejos del tango que ya grabó y ahora este compendio de salsa con un ‘intruso’ romántico que es Se nos rompió el amor, pensado para su España natal.
“Con este disco, yo ahora ya puedo dormir a pata suelta”, dice. Y suenan las pulseras de oro que rodean sus muñecas.
Pero no olvidó su corazón flamenco y en Jerez de la Frontera finalizó canciones como El paso de Encarnación y Juanito Alimaña, que, según dijo, “pedían palmitas, cajón y guitarra” de Diego el Morao.
Y como buen flamenco, Diego el Cigala hizo este trabajo durmiendo una noche en un lado y varias en otro, pues en total se realizó en cinco países, cuatro de ellos de América.
Por ejemplo, El paso de Encarnación, en el que se juntó en la voz con el venezolano Oscar D’León, se grabó entre Miami y Nueva York.
“Eso quedó como una rumba gitana, con paso de guapería, y con Oscar ya somos familia, ya somos hermanos”, afirma el Cigala.
Y como todo salsero que se respete, metió algo con sabor a balada (son famosos los salseros interpretando boleros). En este caso, la canción Se nos rompió el amor, original del español Manuel Alejandro y que hiciera famosa Rocío Jurado, a la que le puso un toque –pero solo uno y pequeño– de salsa.
De esto y mucho más habló durante dos días en República Dominicana, donde estuvo para los medios de la América en la que ahora vive, y donde nombres como Ray Barreto, Tite Curet, Cheo Feliciano, René Touzet, Héctor Lavoe, La Sonora Ponceña y La Fania All Stars son parte de la cultura de los seguidores de la salsa.
Con todo y lo gitano que es, al Cigala le ha gustado fusionar los sonidos flamencos con los latinos. Lo hizo en Lágrimas negras, un trabajo del 2003 con Bebo Valdés, y en el 2013 publicó Romance con la luna tucumana, en el que incluyó tangos.
Aunque quiso ser futbolista y se la pasaba jugando en la calle, la vida lo llevó a la música.
En 1997 comenzó su carrera como solista, con el disco Undebel, que incluyó las guitarras de Antón Jiménez, David Amaya y Tomatito, entre otros.
Ha caminado por el mundo con su sonido y su tradición gitana. Conversador y amiguero, tiene una sonrisa fácil, aunque los últimos tiempos no han sido los mejores para él, por la muerte de su esposa Amparo y recientemente el fallecimiento de su madre, que lo llevó a España hace un poco más de una semana.
Pero el músico parece como su disco: Indestructible, con unos maravillosos sonidos que acompañan la voz de este hombre que se siente agradecido de sus cinco hijos, otro que viene en camino y de sus dos nietas que viven en España.
Desde Punta Cana seguirá saliendo al mundo para llevar el flamenco, el jazz que le mezcla, los dejos del tango que ya grabó y ahora este compendio de salsa con un ‘intruso’ romántico que es Se nos rompió el amor, pensado para su España natal.
“Con este disco, yo ahora ya puedo dormir a pata suelta”, dice. Y suenan las pulseras de oro que rodean sus muñecas.
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